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El arte de contemplar

Hay un tiempo para todo y todo llega a su tiempo. En momentos de agitación cayó en mis manos un libro de Christophe André, titulado Meditar día a día. Hay que estar receptivo cuando te pones a leer textos que, en un momento de mayor ajetreo, te hablan de inactividad, necesaria, y contemplación. Pero parece ser que era el momento.

El autor introduce el tema con una obra de arte: una ilustración y descripción que me hicieron que pensar. Los textos que hablan de la representación aludían a todos los estímulos sensoriales:

Dentro de un momento, será otra cosa: la urraca habrá levantado el vuelo, el sol estará más alto en el cielo, la sombra habrá retrocedido (…) los pedazos de nieve que caen de los árboles, produciendo un sonido blando (…)


La urraca. Claude Monet

De esta manera el autor nos introduce  Vivir el instante presente.


Es posible que muchos de nosotros hayamos olvidado la importancia de la contemplación, no la mera observación, de una obra de arte. Dichosos aquellos que la mantienen.

En ocasiones recuerdo haber visitado una exposición e intentar, quizá de forma inconsciente, que la visita sea productiva: aprender sobre el artista, su contexto, observar el trazo, pincelada, iconografía… obviamente una de las funciones del proyecto expositivo es explicar una historia y es de gran importancia, pero me reprocho el no haber contemplado el objeto en sí, sin juzgarlo, sin prejuicio únicamente contemplándolo. Y que maravilloso sería practicar la contemplación en muchos instantes de nuestra vida.

Sócrates decía que el arte representa tanto el exterior como el alma de una persona. El espectador debería elevar su consciencia entorno la función de la contemplación del arte. Y a partir de ahí… sin juicios… experimentar que surge.

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