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Arte de masas: De la sociedad de masas a la sociedad de consumo

Cartelismo: las obras de Rafael Ochoa y Madrazo

Los pilares del cambio

Abordar los complejos cambios sociales, políticos, económicos, culturales e ideológicos de finales del siglo XIX, requiere de varios artículos en los que plasmar los matices y contextos que se dieron en los países europeos. Pretende ser este artículo un punto inicial, siempre a través de la creación artística, partiendo del cartelista y pintor Rafael Ochoa y Madrazo.

Des de principios de siglo XIX, con la aparición de la clase social burguesa, enriquecida por el auge del comercio marítimo a causa de las colonias y el desarrollo tecnológico, las estructuras políticas occidentales comienzan adoptar otras formas. Pero no será hasta la llegada de la Revolución Industrial que se cree una organización racional de la producción sustentada en los pilares anteriores: la tecnología y el capital.

La Revolución Industrial cambió de forma drástica el panorama  de aquellos países donde aconteció: la llegada de trabajadores de las zonas rurales a las ciudades cambió el paisaje de las urbes que cada vez crecían con mayor rapidez. Los nuevos puestos de trabajo conllevaban nuevas  y precarias condiciones. Para la población, en resumen, una nueva forma de vida que motivó un nuevo sujeto social: la masa. Por otro lado, el descontento de las clases populares y el crecimiento de nuevas familias burguesas hicieron que se sembraran nuevas ideologías.

Luces de la Rambla de Barcelona. La ilustración Española y Americana, octubre 1888.

Tal fenómeno, la idea de masa, fue motivo también de diferentes posicionamientos en relación a los pensadores de la época. A grandes rasgos, podríamos decir que hubieron dos enfoques diferenciados: aquellos que entendían la sociedad de masas como el conjunto de individuos igualitarios surgido por la nueva era industrial y el  sistema capitalista, quienes deberían tener el control y aquel otro enfoque que preveía Nietzsche: el proceso de uniformización  mediocre de la cultura siendo los intelectuales quienes debían dirigir la sociedad.

Los avances tecnológicos afectaron a toda la vida cotidiana, se crearan nuevos productos y formas de consumo así como un auge de la producción. Inevitablemente, todos estos cambios harán que la sociedad de masas pase a ser una sociedad de consumo.

Los nuevos medios de comunicación y soportes publicitarios proliferan y comienza la retroalimentación publicidad mediática/consumo tal y como la conocemos hoy día. Las revistas ilustradas, los carteles, pósters, postales… son los soportes publicitarios.

Algunos artistas se ponen a merced de los nuevos soportes, espectadores y finalidades.

Nuevo soporte, espectador y finalidad a la velocidad del ferrocarril

Fue en la Francia de finales del siglo XIX el lugar donde nació el cartel publicitario de manera abundante. Muchos de los pintores reconocidos dedicaron su maestría a la creación de carteles: es el caso de Toulouse Lautrec y de Ramón Casas entre otros. Pero sin duda alguna destaca la producción de Jules Chéret (1836-1932) en relación al cartel publicitario: empezó representado cabarets y teatros, pasando por todo tipo de productos, como los farmacéuticos y cosméticos.

En el auge de lo carteles también cabe destacar la proliferación de estos dedicados a las compañías de ferrocarril. La primera línea de ferrocarril francesa, de Saint-Étienne a Andrézieux, empezó a funcionar en el 1827. Pero fue en el año 1883 cuando se promulga la ley que aprueba las convenciones con las seis grandes compañías: Compañía de París-Lyon-Mediterráneo, Compañía de Orleans, Compañía de Mediodía, Compañía del Norte, Compañía del Este y Compañía del Oeste. En España, la primera línea ferroviaria fue en 1848, de Barcelona a Mataró. Hubo una gran expansión del ferrocarril que sufrió un parón tras la crisis económica de 1866 y no fue hasta el siglo XX que se reanudó el despegue.

El ferrocarril fue uno de los fenómenos que más haría cambiar la sociedad y panorama de la Europa del siglo XIX: cambios en el paisaje con las nuevas infraestructuras y estaciones ferroviarias, una mejora para el transporte de mercancías y pasajeros.Los avances tecnológicos permitieron mayor cobertura a los medios de comunicación, más producción a las industrias… el ferrocarril aportaba a estos cambios la rapidez en el transporte. La vida, empezaba acelerarse.

El pintor y cartelista Rafael Ochoa y Madrazo

Rafael de Ochoa y Madrazo, fue hijo del escritor y crítico de arte Eugenio Ochoa y de una de las hermanas de Federico de Madrazo. Fue discípulo de Raimundo de Madrazo para pasar a formarse, más tarde, en la Escuela de Bellas Artes de París junto a Juan León Gêrome. A su regreso se especializó como retratista junto a Federico de Madrazo.

Dada la larga temporada que Ochoa y Madrazo estuvo afincado en París, a pesar de haber expuesto en varias ocasiones en las Exposiciones Nacionales celebradas en Madrid, actualmente es un artista poco conocido en nuestro país.

La carta
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La carta

En París formaba parte de la élite, tal y como se hace eco la prensa en las secciones de sociedad en publicaciones como Figaro[1]. También era amigo y conocido de los artistas más importantes del panorama francés, amistades que quedan reflejadas en obras como el autoretrato del pintor Jacques-Émile Blanch junto a Rafael Ochoa Madrazo.

Hombre con sombrero

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Hombre con sombrero

El pintor, perteneciente a una familia de artistas pintores y literatos, se movía y trataba con las personalidades más selectas de la vida cultural parisina. Pintor académico, sus obras reflejan la precisión y buen dibujo que le llevaron a cultivar el género del retrato, representando damas y caballeros de familias pudientes retratadas al detalle y mostrando el preciosismo de sus ropas e interiores.

Con el florecimiento del cartel, muchos pintores académicos que habían tenido cierto reconocimiento se dedicaron a ser cartelistas, hecho que indica que el oficio de pintor y el cartelismo no entraron en polémica ni los artista fueron cuestionados.

Los viajes que ofrecían algunas de las compañías de ferrocarril eran itinerarios en los que se conectaban algunas de las capitales europeas destacadas por su legado cultural, su elegancia y atractivo. Así el público objetivo era claro: las familias adineradas que quisieran disfrutar de un viaje cómodo en trenes con todo tipo de lujos. El ferrocarril no solo ofrecía esa rapidez de la que hemos hablado anteriormente para con el transporte, era un producto a consumir dentro de un nuevo y prolifero fenómeno: el ocio.

Autoretrato de Jacques Émile Blanche junto a Rafael Ochoa Madrazo
Autoretrato de Jacques Émile Blanche junto a Rafael Ochoa Madrazo.
The Cleveland Museum of Art

De esa manera el pintor se encargaba de representar los edificios emblemáticos de las ciudades, los paseos y miradores, habitados por figuras vestidas con todas sus galas y disfrutando del lugar. Así lo vemos los carteles publicitarios de la compañía Wagons -Lits.

El pintor se encargó de crear los carteles que anunciaban los lujos y exclusivos viajes de la compañía Wagons-Lits que operaba a finales del siglo XIX y principios del XX, coches camas que ofrecían viajes de ensueño a diferentes capitales europeas[2]. Era necesario un pintor académico y reconocido como Ochoa para realizar carteles publicitarios que vendieran la exclusividad, buen gusto, glamour y magia de los viajes de la compañía ferroviaria.

Gracias a la mayor facilidad de acceso de los carteles publicitarios, conocemos un poco más de la obra de Rafael Ochoa y Madrazo, pintor académico que gozó de gran popularidad y reconocimiento: En la Exposición de Madrid de 1878 presentó un lienzo titulado Una aldeana francesa, y en las celebradas en 1884 y 1887 fue premiado con la 3ª medalla y en la de 1890. En la exposición abierta por el señor Hernández en Madrid, en 1882, presentó Una incroyable, que fue muy alabada por la crítica.

Participó en la Exposición de Bellas Artes de París de 1879 y en la Universal de París de 1885. Ganó la 3.ª Medalla en la Exposición Universal de París de 1889 por su lienzo Una Misa en San Felipe de Roule de París[3].


[1] Figaro: journal non politique 26 de agosto de 1906. Artículo que anuncia la llegada de la élite a Lucerne por la época estival. Entre ellos nombra a Rafael Ochoa.

[2] Para más información sobre la actividad turística de esta época, consultad la tesis de Rocío Herrero Riquelme, Madrid en los carteles de turismo  1900-1977, publicada en 2011.

[3] Fuente: Artículo sobre la biografía de Rafael Ochoa Madrazo en la Real Academia de la Historia.


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