El Arte emigrado de José Llaneces (1864-1919)
En el último cuarto del siglo XIX, París era la ciudad más conocida entre los artistas: las academias de arte acogían a pintores extranjeros que querían completar su formación, los artistas instalaban, compartiendo en ocasiones, su taller en los barrios parisinos y el comercio del arte proliferaba siendo una alternativa a los encargos oficiales del estado. José San Bartolomé Llaneces (Madrid, 1864- 1919) pertenece a ese grupo de pintores y escultores que decidió partir a la capital gala.
París: la oportunidad del mercado artístico
José Llaneces, formado en la Academia de Bellas Artes de San Fernando, logró ser pensionado en Roma, donde acabó de completar su formación. En 1888 viajó a París lugar en el que se instalaría por un tiempo. La diferencia entre la capital francesa y Madrid entorno la vida artística era evidente, en palabras del pintor, “en Paris hay más de doce mil talleres, mientras que en Madrid no llegan a doscientos”(1). Llaneces hubo establecido un estudio en Madrid donde comenzó a vender como pintor profesional para finalmente abandonar e iniciar su trayectoria profesional en París.
En la capital francesa visitaba el estudio de Benlliure y era inseparable del conocido violinista Sarasate. Entre los trabajos que Llaneces debía hacer para poder vivir de su arte, Isidoro López Lapuya nos explica que estaba “obligado a decorar una zapatería lujosa, pintado motivos para marchantes al desnudo y modelando figuras de encargo”(2).
La vida en París
El artista participó en varios certámenes: en el Salón de París de 1889, en la Exposición Universal de 1889 que tuvo lugar en la misma ciudad, en cuyo catalogo indica que el artista estaba domiciliado en la Rue de Saint Peterbourg, y en la exposición española presentada en el Pavillon Ibèrique en 1900, donde expuso el retrato de Sarasate con violín, tal y como indica la prensa de la época(3). Ese mismo año la revista Figaro Salon se hace eco de la escultura de Goya, en yeso, que Llaneces presentó en el Salón de París.
En el libro escrito por el abogado y publicista, López Lapuya, datado en el 1927, cuenta como el pintor deseaba hacer retratos pero que estaba a falta de una clientela adinerada. El escritor describe el estudio donde trabajó y vivió Llaneces, en la Avenida de la Grandes Armée “los años anteriores a la Exposición Universal del fin del siglo el estudio de José Llaneces se clasificaba en lo lujoso (…) hermoso estudio, de luz cenital y lateral, amplio bellamente adornado con tapicerías y ropajes, cuadros de caballete, lienzos y murales, cachivaches diversos y si no recuerdo mal, objetos arqueológicos.” Por la descripción del interior del estudio del pintor, no debía de faltarle trabajo aunque parece que no podía dedicarse plenamente al retrato como deseaba.
José Llaneces retratista
El pintor se había especializado en el género del retrato y en un artículo de Le Pays lo presentan como el rey de los retratistas, tanto por sus obras al oleo como pastel: “le nom de José Llaneces ramenant ma pensé vers la peinture (…) est aujourd’hui le roi des portraitises, qu’il fasse de peinture à l’huile ou du pastel“(4).
El brindis.
Un tiempo después, en los primeros años del siglo XX, José Llaneces volvió a España y trabajó como retratista para la Casa Real y cultivo otros géneros como los bodegones y escenas costumbristas.
Buenos Aires: exposiciones y escultura
En el 1907 y en el 1909 la obra del artista viajó hasta el continente americano: en Argentina tuvo lugar dos exposiciones(5) donde se mostraba su producción pictórica y poco después encargos, pinturas y esculturas, para la ciudad de Buenos Aires.
Hacia finales del siglo XIX la producción de esculturas de gran formato empezaba a introducirse en Iberoamérica proliferando la representación y homenaje de hombres ilustres, mayormente encargadas por el estado, haciendo de estas un símbolo de modernización de la ciudad. Era el caso de Argentina, enriquecida por la explotación de las riquezas agrícola ganaderas y el incipiente desarrollo industrial(6).
A Llaneces se le encargó Monumento a J. Hipólito Vieytes y el Mausoleo del general Manuel J. Campos (Cementerio de la Recoleta), ambas para la ciudad de Buenos Aires y en bronce, material de fácil modelado que otorga mayor movimiento y expresión a la obra.
Otro de los encargos con destino Buenos Aires, fue los grupos escultóricos de la Caridad y el busto de Bartolomé Mitre para el Palacio de la Municipalidad. En relación a su producción escultórica, cabe destacar la estatua de Goya que en 1901 dona al Museo del Prado remitida desde París, donde residía.
También se le encargó al artista una serie de pinturas para el Jockey Club de Buenos Aires: pintó seis paneles del salón de juego, obras ambientadas en época del siglo XVIII, temática y estilo recurrente a lo largo de su producción pictórica.
José Llaneces, artista academicista, admirador de Velázquez y reconocido retratista, se quito la vida el 11 de diciembre de 1919 en Madrid.
“Y Llaneces no pudiendo regresar a París, no pudiendo volver a la Argentina, se marchó a donde pudo. La Gloria le volvió la espalda en vida, quizás le haya acogido por allà con los brazos abiertos”
Isidro López Lapuya
Otras obras del artista
[1] GONZALEZ, C.; MARTÍ, M.: Pintores españoles en París (1850-1900). Ediciones Tusquets, 1989, p. 153
[2] LOPEZ LAPUYA, I. La bohemia española en París a fines del siglo pasado: desfile anecdótico de políticos, escritores, artistas, prospectores de negocios, buscavidas y desventurados. París: Casa Editorial Franco -Ibero –Americana, 1927, p.143
[3] Le Menestrel: journal de musique, Paris 15 juillet 1900, p. 219
[4] Le Pays. Journal des volontés de la France, Paris 2 juillet, 1894 p.NP
[5] Para más información sobre estas dos exposiciones, consultar el artículo de Emilio Groonet en la revista Nosotros, Año I nº 3, donde explica que entre las 38 obras expuestas se encuentra un autorretrato del artista, paisajes y figuras femeninas. En relación a la exposición de 1909 consultar el Catálogo de pintura española de Buenos Aires, del Museo Nacional de Bellas Artes de Buenos Aires.
[6] GUTIERREZ VIÑOLES, R. Un siglo de escultura en Iberoamérica (1840-1940) en Pintura, escultura y fotografía en Iberoamérica, siglos XIX y XX. Madrid Ediciones Cátedra, 1997 pp. 23-151
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